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450 MADAMA DE SEVIGNÉ

nía un gran deseo de sacar un poco la espada, por curiosidad solamente. Esla carta me hubiera asustado mucho si yo nc hubiese sabido muy bien la marcha de los imperiales y el res pelo que han tenido al ejército de vuestro hermano.

¡Dios mio, hija mía, abuso de vos; qué fárrago os cuento í Puede ser que desde París pueda mandaros algunas bagalelas que os diviertan : estad bien persuadida de que mis verdaderos asuntos vendrán de el lado de la Provenza; pero vuestra sa- lud, esto es lo que me mata; temo que no durmáis, y en fin, que eaigáis mala. Vos no me decís nada de ello, pero yo no tendré menos inquietud.

Á LA MISMA Paris, jueves 2 de noviembre de 1673.

En fin, mi querida hija; veldme aquí después de cuatro se- manas de viaje, lo que sin embargo me ha fatigado menos que la noche que acabo de pasar en el mejor lecho del mundo : no he cerrado los ojos; he contado tcdas las horas del reloj, y en fin, al romper el día me he levantado; pues, ¿que hacer en un lecho, á menos que no se duerma en el (1)? Tenía ya la comida; era una ville y un consumé que cocían separadamente. Llega- mos ayer, día de Todos los Santos, y en buen día, buena obra; nos apeamos en casa de Mr. de Coulanges : no os diré mis de- bilidades ni mis tonterías al entrar en París: en fin, llegó la hora y el momento en que yo no estaba visible, pero distraje mis pensamientos y dije que el viento me había enrojecido la nariz. Encuentro á Mr. de Coulanges; Mr. de Rarai un mo- mento después; en seguida llegan Mad. de Sanzci, Mad. de Bagnols, el arzobispo de Reims, completamente trasportado de amor por el coadjutor; un momento después Mr. de La Fayette,

(4) Alusión á la fábula dela Fontaine « La liebre y las ranas ».