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162 MADAMA DE SEVIGNÉ

es una gracia; y si estuviese viudo, podría casarse con alguna viuda joven. Ya sabéis el odio del conde de Gramont por Ro- chefort. Ayer le vi, está rabioso. Ha escrito al Rey, y le ha dicho :

Señor :

El favor ha podido hacer tanto como el mérito (1). Por lo cual, no os diré más.

El conde de GrAMONT. Adiós, Rochefort.

Creo que encontraréis este cumplimiento, como todos le he- mos encontrado aquí. He visto un almanaquo de Milán; en él se lee en el mes de julio : muerte súbita de un grande. Y en el mes de agesto : ¡Ah! ¿qué es lo que veo? Aquí se está en continuos temores : sin embargo, nuestros seis mil hombres han partido para destrozar nuestra Bretaña. Son provenzales los que tienen esta comisión, Mr. de Pomponne ha recomendado nuestras pobres tierras. Mr. de Chaulnes y Mr. de Lavardin, están desesperados. Ved aquí lo que se llama disgustos. Si al- guna vez hactis los locos, no deseo que envíen bretones para corregiros; admirad cuán alejado está mi corazón de toda ven- ganza. Ved aquí, mi querido conde, todo lo que sabemos á la hora presente. En recompensa de una carta tan amable, yo os escribo una que os disgustará; pero en verdad, yo estoy tan disgustada de ella como vos. Hemos pasado todo el invierno en oir contar las divinas perfecciones de este héroe. Jamás ha es- taco un hombre ten cerca de ser perfecto, y cuarto más se le conocía, más se le amaba y más se le siente. Adiós, señor y señora; os abrazo mil veces. Os compadezco de no tener nadie á quien hablar de esta gran noticia; es natural el comunicar todo lo que se piensa acerca de esto. Si estáis incomodados, esláis lo mismo que nosotros estamos aquí.

(1) « La fayeur Pa pu faire, autant que le mérite ». Verso del Cid de Corueille.