DUARTAS ESCOGIDAB 175
estas tropas á Mr. as Marillac, que es un hombre muy honrado. No son ya estos desórdenes los que me impiden partir; es otra cosa que no quiero dejar; no he podido ni aun ir á Livry, por mucha gana que de ello tenga. Es preciso tomar el tiempo con- forme viene, y darse por contento de estar en el centro de las noticias en estos terribles tiempos. Escuchad, yo os ruego, una palabra de Mr, de Turenne. Había hecho conocimientos con un pastor que corocía muy bien los caminos y el país; iba solo con él y hacía situar sus tropas según los detalles que este hombre le daba. Quería mucho á este pastor y le encontraba de un buen sentido admirable. Decía que el coronel Bec había sido lo mismo que éste, y que creía que este pastor haría su fortuna como aquél. Cuando hubo hecho pasar sus tropas con comodidad, se encontró contento y dijo á Mr. de Roye : « Perfectamente, me parece que esto no va muy mal, y yo creo que Mr. de Montecúculli encontrará bastante bien lo que aca- bamos de hacer. » Es verdad que era una obra maeslra de ha- bilidad. Mad. de Villars ha visto otra relación desde el día del combate en la que se dice que en el paso del Rhin el caballero de Grignan hizo maravillas de valor y de prudencia. Dios le conserve, pues el valor de Mr. de Turenne parece que ha pasado á nuestros enemigos : no encuentran nada imposible.
Después de la derrota del maris"al de Crequi, Mr. de la Feui- - llade ha tomado la posta y vino derechamente á Versalles, donde sorprendió al Rey y le dijo : « Señor, unos hacen ir sus mujeres al campamento (de estos era Rochefort), otros vienen á verlas; yo vengo una hora á ver á vuestra majestad yá darle mil y mil gracias; yo no veré más que á vuestra majestad, pues no es más que á él á quien se lo debo todo. » Habló largo tiempo, y después despidiéndose dijo : « Señor, yo me marcho; os suplico que presentéis mis respetos á la reina, al Delfin, á mi mujer y 4 mis hijos; » y sé marchó á montar á caballo, sin que en efecto viese á alma viviente. Esta pequeña aventura ha agradado mucho al Rey que ha contado riendo, que él era el encargado de dar los recuerdos de Mr. de la Fevillade. No hay más que ser feliz para conseguirlo toda