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182 MADAMA DE SEVIGNÉ

que pensaron morir viendo este retrato. Eran gritos que tras- pasaban el corazón; no podían pronunciar una palabra; sus ayudas de cámara, sus lacayos, sus pages, sus trompeteros, todos derramaban lágrimas y hacian derramar á los otros. El primero que estuyo en estado de hablar, respondió á nuestras tristes preguntas : nos hicimos contar su muerte. Él quería confesarse ocultamente; había dado sus órdenes para la noche y debía comulgar al día siguiente domingo, que era el día en que creía dar la batalla.

Montó á caballo el sábado á las dos, después de haber co- mido, y como tenía mucha gente al rededor de él, las dejó á todos á treinta pasos de la altura á que él quería ir, y dijo al joven d'Elbeuf : « Sobrino, quedaos ahí: no hacéis más que dar vueltas al rededor de mí y hariais que me conociesen. » Mr. d'Hamilton que se encontraba cerca del sitio en que estaba le dijo : « Señor, venid por aquí, hacen disparos del lado por donde vais. » — « Tenéis razón, le contestó, no quiero de ninguna manera ser muerto hoy, esto sería lo mejor del mundo para los enemigos. » Apenas volvió su caballo, apercibió á Saint-Hilaire con el sombrero en la mano que le dijo : « Señor, echad una mirada sobre esta batería que acabo de hacer colo- car aquí.» Mr.de Turenne seaproximó, y en el mismo instante, antes que se parara, tuvo el brazo y el cuerpo destrozados por el mismo tivo que lleyó el brazo y la mano que sostenían el sombrero de Saint-Hilaire. Este gentil hombre que le mi- raba siempre, no le vió caer; el caballo le llevá al sitio en que había quedado d'Elbeuf; todavía no había caído, pero estaba inclinado con la cara sobre el arzón de la silla. En este momento el caballo se para, el héroe cac entre los brazo: de sus gentes, abre dos veces desmesuradamente los ojos y la boca y permanece tranquilo para siempre . pensad que estaba muerto y que la metralla le había llevado una parte del cora zón. Se grita y se llora. Mr. d'Hamilton hace cesar este ruido y separa al pequeño d'Elbcuf que se había arrojado sobre su cuerpo y que no quería dejarle gritando amargamente. Se cubre el cuerpo con una menta, se le trasporta en unas anga-