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214 MADAMA DE SEVIGNÉ

ordeno que vayáis á verla. Podréis muy bien volver aquí con ella esperando que Mr. de Grignan os vuelva de nueve vuestro lustre y os haga reaparecer como la gala del puebio, la flor del Abril (1).

Si seguís mi consejo seréis mucho más feliz que yo, pues veréis á mi madre sin tener la pena de ser obligada á dejarla á los dos ó tres días: esto es un gran disgusto para mí, acom= pañado de algunos otros que adivináis sin gran trabajo. En fin, beme aquí abanderado, abanderado eterno, abanderado de barba gris. Lo que me consuela es que. digan lo que quieran, todas las cosas de este mundo lienen fin, y que no hay apa- riencia de que ésta sea excepluada de la ley general. Adiós mi bella hermanita, deseadme un feliz viaje : temo mucho que el alma interesada de Mr. de Grignan os lo impida; sin embargo, cuento como qre los dos Lencis algún deseo de verme.

MADAME DE SÉVIGNÉ

Adiós, querida mía; abrazo á ese conde y le conjuro á en!rar en mis intereses y en los sentimientos de mi ternura.

Á LA MISMA París, miércoles 15 de abril de 1676.

Estoy muy triste, hijita mía; el pobre joven compadre acaba de partir. Tiene de tal modo las pequeñas virtudes que constituyen el adorno de la sociedad, que, aunque no le sin- tiera más que como mi vecino, estaría disgustada por su mar- cha. Me ha rogado mil veces que os abraze y que os diga que ha olvidado hablaros de la historia de vuestro Proteo; tan pronto galeote, tan pronto capuchino, y que le ha regocijado

/1) Las dos frases subraya las estaban en español en el original