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CARTAS MSCOGIDAS 247

Mad. de Brinvilliers no está tan contenta como yo; está en prisión y se defiende bastante bien. Ayer pidió jugar á los naipes por que se aburría. Se ha encontrado su confesión. En ella nos hace saber que á los siele años había dejado de ser virgen; que después había continuado por el mismo camino; que había envenenado á su padre, á sus hermanos, á uno de sus hijos y á ella misma, pero que no era más que por ensayar un contraveneno : Medea no había hecho tanto. Ha reconocido que esta confesión es de letra suya; es una gran tonlería, pero que tenía una gran fiebre cuando la había es- crito; que era un frenesí, una extravagancia que no podía ser leída seriamente.

La reina ha eslado dos veces en las Carmelitas con Quanto. Esla última se empeñó en hacer una lotería, y se hizo llevar todo lo que puede convenir á las religiosas, lo cual dió un gran juego en la comunidad. Habló mucho con la hermana Luisa de la misericordia (Mad. de la Valliére); le preguntó si estaba tan á gusto como se decía. « No, respondio ella; no estoy á gusto, pero estoy contenta.» (Quanto le habló mucho del her- mano de MoNsIEUR, si quería enviarle alguna cosa, y qué es ¡o que quería que le dijese. La otra, con un tono y con un aire muy amables y acaso picada por este estilo, respon- dió : « Todo lo que queráis, señora; todo lo que queráis. » Poned en esto toda la gracia, todo el ingenio y toda la mo- deslia que podéis imaginar. Quanto quiso comer en seguida; dió una pieza de cualro pistolas para comprar lo necesario para una salsa que ella misma hizo y que comió con un apetito admirable; os digo el hecho sin ninguna paráfrasis. Cuando pienso en cierla carta que me escribisteis el verano pasado acerca de Mr. de Vivonne, torno por una sálira todo lo que os digo.

Examinad un poco hasta dónde puede ir la locura de un hombre que se creyera digno de estas hiperbólicas alabanzas,