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CARTAS ESCOGIDAS 3

trabajaban en el estanque de una fuente; ha ido allá y ha dicho su opinión, y después, volviéndose hacia Artaguan, le ha dicho : « No os admiréis de que yo me mezcle en esto : es que yo he sido en otras ocasiones muy hábil en esta clase de cosas. » Los que aman á Mr. Fouquet encuentran esta tranqui- lidad admirable; yo soy de este número; los otros dicen que es una afectación : este es el mundo. Mad. Fouquet, su madre, ha dado un emplasto á la reina que la ha curado de sus con- vulsiones, que propiamente hablando, eran vapores.

La mayor parte, según sus deseos, se van imaginando que la reina aprovechará esta ocasión para pedir al rey le gracia de este pobre prisionero; pero yo que he oido hablar un poco de las ternezas de este país no creo nada de esto. Lo que es admi- rable es el ruido que todo el mundo hace con este emplasto, diciendo que es una santa Mad. Fouquet y que puede hacer milagros.

Hoy 21, han interrogado á Fouquet sobre las ceras y los azúcares : se ha impacientado sobre ciertas objeciones que se le hacian y que le han parecido ridículas. Lo ha demostrado demasiado y ha respondido con un aire y una altanería que han causado disgusto. Él se corregirá; pues estos medios no son buenos; pero la verdad, la paciencia se acaba, y me parece que yo haria lo mismo que él,

Sábado por la noche.

Mr. Fouquet ha vuelto esta mañana á la Cámara: se le ha interrogado sobre los consumos; ha sido muy mal atacado y se ha defendido muy bien. Aquí entre nosotros, su asunto es de los más resbaladizos. Yo no sé qué buen ángel le ha advertido que ayer estuvo demasiado fiero y hoy se ha corre- gido, como se han corregido también de saludarle. No volverá á la Cámare hasta el miércoles; yo os escribiré tam- bién este día. Por lo demás, si continuáis en compadecerme