CARTAD RECÓGIDAD El
media noche ha entregado el alma al erisdor en brázós de Mr. de Coudon. Mr. de Marsillac, no le ha dejado un momento. Está poseído de una aflicoión que no se puedé describir; sin embargo, hija mía, él encontrará al Rey y á la Corte. Toda su familia volverá á su sitio; pero, ¿dónde encontrará Mad. de La Fayette, un amigo semejante, una sociedad tal y una pare= cida dulzura, una distracción, uba confianza y ina considera ción, como la que con ella y con su hijo tenta? Ella está en- ferma; está siempre en su habitación y no recorfe lás calles. Mr. de la Rochefoucauld era sedentario también. Este estado, los hacía necesarios el uno al otro y nada podía ser compa- rado al encanto y 4 la confianza de su amistad. Pensad en ello, hija mía, y veréis que es imposible sufrir una pérdida más considerable y de la cual pueda el tiempo consolar me- nos. Yó no me be separado de esta pobre amiga en todos estos días ; ella no iba á hacer los honores entre esta familia, de suerte que tenía necesidad de que se la compadeciese. Mad. de Coulanges se ha portado muy bien también y conti. nuáremos así algún tiémpo á expensas dé nuéstro higado que está siempre lleno de tristeza. Ved aqui en qué tiempo han legado vuestras bonitás y pequeñas cartas, que no han sido admiradas hasta ahora más que de Mad. de Coulanges y de mí. Cuando el caballero esté de vuelta, encontrará ácáso un tiempo á propósito para dedicársele. Entre tahto, es preciso escribir una de pésarne á Mr. de Marsillae ; él tiene 4 honor toda le ter- nura de los hijos y hace ver que vos no sois sola; pero en verdad ño seréis muy imitados. Toda esta tristeza me hu des- velado; ella me representa el hórror de las separaciones, y tengo el corazón oprimido.
Miércoles 0 de marzo
Ya es miércoles, Mr. de la Rochefoucauld continúa muerto Y Mr. de Marsillac continúa añigido, y lan encerrado, que purece que no piensa salir de esta casa. La salud de Mad. de La Fayette,
