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308 MADAMA DE SEVIGNÉ

cogido — dice á sus apóstoles, — no es que vos me hayáia escogido á mí ». Encuentro mil pasajes sobre este tono, lo entiendo todos; y cuando veo lo contrario digo : « ellos han querido hablar mancomunadamente. » Es como cuando sé dice que Dios está arrepentido y furioso; es que hablan á los hombres y yo me alengo á esta primera y gran verdad que es completamente divina, que me representa á, Dios, como Dios, como un señor, como un soberano creador y autor del universo y como un ser, en fin, muy perfecto, según la re- flexión de yuestro padre Descartes, Estos son mis respetuosos pensamientos, de los cuales, no saco consecuencias ridículas y que no me quitan la esperanza de ser del número de los es- engidos después de tantas gracias que son perjuicios y funda- mentos de esta confianza. Odio mortalmente hablaros de todo estu; ¿por qué ¡1 habláis vos?

Mi pluma ya como una aburdida. Os envío la carta del Papa. ¿Será posible que no la tuvieseis? Me alegraría, Veréis un Papa extraño ; ¿Cómo? habla cn señor; ¿diréis que fué el padre de los cristianos? El no tiembla, no adula, amenaza ; parece que quiere dejar entender alguna censura contra M. de París, (De Harlai), Es un hombre extraño; ¿es así como pretende reconcilisrse con los jesuitas? ¿y no debía más bien usar dela dulzura, después de haber condenado sesenta y qincc proposiciones? Tengo Lodavía en la cabeza el Papa Sixto Y; quisiera que algún día Jeyeseis esta vida; creo que os admi> ravíais, Yo leo el arrianismo, No rpe gusta ni el autor (Maim- bourg) ni el estilo, Pero la historia es admirable, Es ia de todo el universo; de ¿odo tiene y guarda resortes que hacen obrar todas las potencias. El ingenio de Arrio €s una cosa sorprendente y lo es también el ver esta heregia extenderse por el mundo; casi todos los obispos abrazan el error y San Atanasio sostiene solo la divinidad de Jesucristo. Estos frame des sucesos son dignos de admiración. Cuando quiero alimgge tar mi espíritu y mi alma, entro en mi gabinete y escucho á nuesiros hermanos y su bella moral, que nos hace conocer también nuestro pobre corazón. Me paseo mucho y me sirvo