336 MADAMA DE SEVIGNÉ
hace, yo os lo aseguro, mucho honor por la manera tan fría y tan reposada con que la ha recibido. El caballero os dirá como Mr. de Sainte-Maure, se lo contó al Rey : está agobiado de cumplimientos en Versalles y yo aqui. Mad. de Lavardin ¿ms rogó que fuese ayer á buscarla á casa de Mad. de La Fayette : quería regocijarse conmigo por ello. Mad. de La Fayette me había rogado la misma cosa. Me dijo desde luego alegremente : y bien, ¿qué es lo que Mad. de Grignan tendrá que decir acerca de esto? « Decidle que debe estar encantada, que sería una cosa de comprar esta dicha, si se pusiese á pre- cio; y que, en una palabra, ella debe ser muy feliz. » Prome deciros todo esto, y os lo digo con placer. Recibid, pues, tam. bién, todas las amistades sinceras y todos los cumplimientos de Mad. de Lavardin, con recuerdos de Mad. de Coulanges, de la duquesa de Lude, de las Divinas (1), de la duquesa de Villeroi y del P. Morel (2), á quien vi también cuando iba en casa del pobre Saint-Aubín.
Querida hija, los santos deseos de la muerte le agobian de tal manera, que se ha dado ya todos los Sacramentos. El cura de Santiago no quería ayer darle la Extremaunción y fué un dolor para él, pues no desea más que la eternidad y no res- pira más que por estar unido á Dios.
Su paz, su resignación, su dulzura, su desprendimiento, superan á todo cuanto pueda imaginarse, tanto, que no pare- cen sentimientos humanos. El socorro que encuentra en el P. Morel y en su cura, que son sus directores, sus amigos, sus guardias y sus médicos, no es una cosa ordinaria, es un goce anticipado de la felicidad, Duchene es su médico : es un hombre admirable ; nada de tormentos, nada de remedios : « Señor, tratad de sudar y tened paciencia. » Una habitación sin ruido, sin ningún mal olor, nada de fiebre, más que inte- rior é imperceptible ; una cabeza despejada, un gran silencio á eausa de la fluxión que liene en el pecho. Buenos y sólidos dis-
(1) Mad. de Frontenac y Mile. de Outrelaise. 13) Cólebre director del Oratorio.