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CARTAS EBCOGIDAS 287

secuencia, sino que el correo no había llegado. Es verdad que no nos gusta vuestro mal de garganta, menos con el sereno de Aix que en otra parte, y que sentíamos cierta necesidad de recibir vuestras cartas. Las recibimos con mucha alegría ; en todo esto no hay nada que no sea muy natural y que vos no hubie- seis sentido por nosotros. Nos decis, hija mía, que habéis hecho mal en dar un paseo con lluvia, por lo cual estáis molestada. Decimos lo que vos, y creyendo bajo vuestra palabra que habéis hecho mal, os reñimos; sobre esto, yos nos reñís tam- bién, y nosotros os volvemos á reñir. Estamos bien lejos de no querer que paseéis, ¡ah, mi querida hija! todo lo contrario, paseaos, haced ejercicio, respirad vuestro aire puro, no perma- nezcáis siempre en ese negro palacio (1), ni en ese agujero de gabinete, pero guardaos cuando haga frio y cuando tengáis la garganta mala, y sobre todo no os arrepintáis de hablarnos sinceramente de vuestra salud; nos gusta la verdad, no nos engañamos querida mía. Mr. Dubois, que es el médico de Mad. de La Fayette y mio, quiere serlo vuestro; quiere escri- biros para ordenaros una sangría en el pie y después vuestra buena pervencha, que os restaurará y os purificará la sangre : esta es, dice, la verdadera estación y el verdadero remedio.

Una cesa que me aflige verdaderamente, es el estado ho- trible de vuestro castillo, por el desorden de los vientos y por el furor del coadjutor, tan perjudicial como el torbellino. ¡ Qué rabia la suya! ¡qué edificar y derribar, como vos decís justa- mente, 1' como hacen las niñas á quienes se da un trozo de cañama29p1 Así hace él, trastorna vuestra casa de arriba abajo, y hace de ella un pequeño campo de Maintenon, cuyo aire no será menos mortal. Lo mejor sería hija mía, que os vinieseis á París, no sabiendo dónde poneros en seguridad. No creo que Mr. de Griguan os deje pasar el verano en un sitio tan desagra- dable, tan poco á propósito para recibiros, y tan contrario, en fin, á vuestra salud. Yo os lo digo, hija mía tal como lo pienso;


(1) Mr. de Grirnan habitaba en Aix el antiguo palacio de los condes de Provenza.