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396 MADAMA DE SEVIGNÉ

pien dar un jaque al duque de Saboya y un mate al principe de Orange; no, no; vos no tendréis un solo momento. ¿Es preciso razonar acerca de esta extraña aventura ? No, en ver= dad, preciso es reflexionar en su gabinete. Esle es el segundo ministro (1) que veis morir desde que estáis en Roma; nada es más diferente que su muerte, pero nada es tan poco más igual que su fortuna y los cien millones de cadenas que ata- ban á los dos á la tierra, En cuanto á los grandes objetos que deben llevar á Dios, vos os encontráis embarazado en vuestra religión sobre lo que pasa en Roma y en el cónclave; mi po- bre primo, vos os engañais. He oído decir que un hombre de gran ingenio, sacó una consecuencia en todo contraria de lo que él veía en esa gran ciudad; él dedujo que era preciso que la religión cristiana fuese muy santa y muy milagrosa, para subsistir por sí misma en medio de tantos desórdenes y profa- naciones. Haced, fp. 1es, como él, sacad las mismas consecuen- cias y pensad que este misma ciudad ha sido en olras épocas, bañada con la sangre de un número infinito de mártires; que en los primeros siglos, todas las intrigas del cónclave termi- naban por elegir entre los sacerdotes el que parecía tener más celo, más fuerza para sufrir el martirio; que hubo treinta y siete papas que le sufrieron uno después de otro, sin que la certidumbre de esle fin, les hiciese huir ni rehusar un puesto al que iba ligada la muerte ¡y qué muerte! No tenéis más que leer esta historia para persuadiros de que una religión subsis- tente por milagro continuo en su establecimiento y en su dura- ción, no puede ser una fantasia de los hombres.

Los hombres no piensan así : leed san Agustín en su Verdad de la Religión; leed á Abbadía (2), bien diferente de este gran santo, pero muy digno de serle comparado cuando habla de la religión cristiana : preguutad al abate de Polignac si estima este libro. Recoged todas estas ideas, y no juzguéis tan ligera- mente; creed que sea cualquiera los manejos que haya en el


14) Mr. de Seignelai, había muerto el año anterior. 2) Autor de un libro sobre la Verdad de La religión cristiana.