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308 MADAMA DE SEVIGNÉ

todo, yo lo confieso (1), pero cuando el corazón ha elegido entre dos hijos, no se ve más que uno. Yo no puedo hablar de otra cosa. Hago la reyerencia á la santa y modesta sepul- tura de Mad. de Guisa, cuya renuncia á la de los reyes, sus abuelos, merece una corona eterna (2).

Encuentro á M. de SaintGeran demasiado feliz y á vos tam- bién, por tener que consolar á su mujer : decidle de nuestra parte todo lo que creáis conveniente. En cuanto á Mad. de Miramión, esta madre de la iglesia, será una pérdida pública. (3) Adiós, mi querido primo, yo no podría cambiar de tono. Ya habéis hecho vuestro jubileo. Al encantador viaje de Saint- Martín ba seguido de cerca el saco y la ceniza de que vos me habláis. Las delicias de que Mr. y Mad. de Marsan gozan al presente, merecen bien que vos los veáis algunas veces y que los tengáis en vuestra amistad; y yo merezco estar en el sitio en que ponéis á l)s que os aman, pero temo que no tengáis cgar para estos últimos.

DE MADAMA DE GRIGNAN

AL PRESIDENTE DE MULCEAU En 28 de abril de 1696.

Vuestra delicadeza no puede temer el renovar rai dolor (4) hablándome de la dolorosa pérdida que he sufrido. Es un he-


(1) Man. de Vins había perdido su hijo único.

2) Ella quiso ser enterrada en los Carmelitas.

(4) « Madama de Miramión murió en París; es una gran pérdida para los pobres á quienes hacía mucho bien. Había trabajado mu- uho en los establecimientos de caridad y siempre había conseguido Ay deseo. El Rey la ayudaba en las buenas obras que hacía y no la rehusaba jamás nada.» (Memorias de Dangeau, 24 marzo 1696, tomo 2.*, pág 41.

(a Mdama de Sevigné, había muerto el 17 de abril y durante al- gunos días se había ocultado esta desgracia á Mad. de Grignan