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48 MABAMA DE SEVIGNÉ

Yo me deshago en lágrimas leyéndolas; parece que mi corazón quiere partirse por la mitad; se creería que vos me escribís injurias, ó que estáis enferma, ó que os ha sucedido cualquier accidente : estodo lo contrario; vos me amáis mi querida hija, y me lo decís de una manera que no puedo creerlo sin llorar en abundancia. Vos continuáis vuestro viaje sin ninguna aventura desagrarlable, y cuando sé todo esto, que es justamente lo que más agradable me puede ser, he aquí el estado en que me encuentro. Os regocijáis en pensar en mí; hubláis 4 menudo y preferís escribirme vuestros sentimientos más bien que decír- melos. De cualquier modo que ellos lleguen á mi, son recibidos con una sensibilidad que no es comprendida, más que de aquellos que saben amar como yo sé. Me hacéis sentir por vos toda la ternura que es posible sentir; pero si yos pensáis en mí, estad segura, que yo pienso constantemente en vos . Esto es lo que los devotos llaman un »ensariento habitual, es lo que sería pre- ciso tener por Dios si se cumpliese con su deber. Nada me distrae; veo esta carroza que avanza siempre y que no se aproxima jamás á mí. Estoy siempre en los caminos reales, me parece que tengo miedo algunas veces de que vuelque la carroza; las lluvias que caen desde hace tres días me desesperan; el Ródano me da un miedo extraño. Tengo un mapa delante de mis ojos; sé todos los sitios en que paráis. Esta noche estáis en Nevers, el domingo estaréis en Lyon, donde recibiréis esta carta. Yo no he podido escribiros más que á Moulins, por Mad. de Guénegaud. No he recibido más que dos de vuestras cartas; puede ser que venga la lercera; es el solo consuelo que deseo : en cuanto á otros yo no los busco. Soy enteramente incapaz de ver mucha gente junta ; esto vendrá tal vez, pero por ahora no hay que pensarlo. Las duquesas de Verneuil y de Arpajon quieren reunirse conmigo. Yo les he dado las gracias. No he visto jamás almas tan bellas como las


úe un bada célebre en Poitou, por su cola de pescado y por los gri- tos que lanzaba en las ruinas del Castillo de Lusignan, cada vez que esta familia estaba amenazada de alguna desgracid.