54 MADAMA DE SEVIGNÉ
os conjuro, querida hija, si os embarcáis, bajad en el puente de Saint-Esprit. Tened piedad de mí; conservaos si queréis que yo viva. Me habéis persuadido tan bien de que me amáis, que me parece que, con intención de agradarme, no os atreveréis. Mandadme á decir, cómo conducireis vuestro barco. ¡ Ah! ¡ Qué interesante me es ahora esta pequeña barca que el Ródano me lleva tan cruelmente! He oído decir que ha habido un domingo gordo; yo no le he visto. He estado feroz hasta el punto de no poder sufrir cuatro personas juntas. Estaba á la chimenea de Mad. Lafayette. El baile del martes de carnaval pensó morirse; yo Creo que era vuestra ausencia la causa de ello. ¡ Dios mío ! ¡ Qué cumplimientos tengo que haceros, qué amistades, cuánto cuidado por saber noticias vuestras ! ¡ Qué de alabanzas hacen de vos! No concluiría jamás si quisiese nombrar todos los “e quienes sois amada, estimada y adorada; pero cuando hubieseis puesto todo este cariño junto, estad segura hija mía, que no es nada en comparación de lo que os amo yo. No os dejo un momento; pienso en vos sin descanso, y, | de qué manera ! He besado vuestra hija y ella me ha besado muy bien de parte vuestra. Sabed que amo á esta pequeña cuando pienso de quién viene.
4 Á LA MISMA
Paris, miércoles, 18 febrero de 1611.
Yo os conjuro hija mía, á que conservéis vuestros ojos. En cuanto á los míos, vos sabéis que han de acabar en vuestro servicio. Vos comprendéis bien, hermosa mía, que del modo con que me escribís, es preciso que yo llore al leer vuestras cartas.
Para comprender algo del estado en que estoy, unid querida mía á la ternura y á la inclinación natural que tengo por vuestra persona la pequeña circunstancia de estar persua- Jida de que vos me amúis, y juzgad el exceso de mis senti-