Estrada es una de las figuras descollantes de la Cámara de Diputados.
Doblemente adversario del ilustrado doctor Leguizamón, cuya reciente pérdida lamentan el Parlamento y la República, Estrada profesa con intransigencia, que poco desplegó el malogrado Diputado entreriano, sus principios políticos y religiosos.
Es capaz de disputar sobre un detalle con el mismo calor con que preconiza sus teorías y defiende su credo.
No sé si deba atribuir esa táctica á la naturaleza de su criterio, habituado al análisis de menor cuantía, por razón de su método didáctico.
En clase, tenia el sistema de acorralar al alumno dentro de una pregunta minuciosa é inmensurable, ó de arrinconarlo en un detalle improvisado, con el solo objeto de ejercitar las fuerzas racionales del discípulo y aún de sus compañeros.
Recuerdo que gastó dos sesiones esprimiendo con tan fatigosa gimnasia intelectual toda la ilustración de un estudiante amigo mió, con una esfinge de este calibre:
— ¿Por qué ha de separarse al Poder Judicial del Ejecutivo, existiendo tanta conexión entre las funciones de ambas ramas del gobierno?