puro material, haya quien le adicione otra invisible de puro ilusoria.
Claro está que me refiero á mi fealdad y entendimiento, no al Dr. Posse que ni es tan feo como lo pintan sus adversarios, ni carece de un talento sólido, elástico y puntiagudo, como espada toledana.
Sobre esto, mas que sobre gustos en punto á belleza flsonómica, sí que no hay disputa.
En la magistratura y en el parlamento ha dejado huellas duraderas de la seguridad de su criterio y de su espíritu práctico.
Posee ademas, el suficiente carácter para equilibrar la independencia de sus juicios con la difícil misión de diputado defensor del Gabinete.
Difícil, es la palabra. No porque yo acepte en absoluto aquella máxima oposicionista de que no hay gobierno bueno, sino mas bien por la atmósfera adversa en que ordinariamente luchan por la vida los círculos oficiales.
Ser orador ministerial! Fea concepto, desde Fígaro y Timón!
Es preferible ser humilde y callado votante, y aun siñuelo de las mayorías oficiales, como el simpático diputado Corvalán.