Página:Siluetas parlamentarias.djvu/144

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Pero su talento asienta sobre el bien templado muelle de una dignidad que raya en el orgullo.

Es de los hombres que me gustan.

Esos que llegan hasta la soberbia en defensa del amor propio, pueden ser volubles en sus cuartos de hora de estravio; pero persistentes en sus esplosiones de independencia personal.

Una capa de escepticismo deforma los verdaderos sentimientos del diputado Posse. Pero perdonémosle ese pecado en gracia de su moderada neurosis: la del estilo incisivo.

Un ex-magistrado no puede permitirse el placer de arrojar el tapa-rabo del poder judicial.

Se expone á que los litigantes que sufrieron sus fallos, se desquiten deplorablemnte jugando «á la baja» con las acciones de la reputación del jurisconsulto.

Un ex-magistrado que cambia los estrados por el anfiteatro parlamentario, y que es bastante espiritual como para hacer destacar lo ridículo y ridiculizar lo falso en una discusión, debe recordar, mas que ningún otro, aquel consejo de un célebre maestro: