estuvo antes, tentando el vado á sus pretensiones de agitador que jamas hubiera alcanzado porque le falta, entre otras cualidades, el valor colectivo ó personal.
Un hombre de principios no solo no habria aceptado un nombramiento de Diputado, que no fué otra cosa lo que entonces se hizo, sino que hubiera protestado con altura por los atentados que se cometieron con una oposición moderada y eminentemente popular, compuesta de los elementos sanos de todos los partidos confundidos en un propósito noble y patriótico, cual era el de reaccionar contra el antiguo régimen de los gobiernos personales.
Rojas vio con ojos de complacencia las urnas desiertas de ciudadanos hábiles y ocupadas por piquetes de línea, y a la juventud dorada de la Provincia de Santiago rodeando las fronteras del suelo natal para buscar pan y reposo en estrañas playas.
¡Cuan accesible es asi el camino de las altas posiciones; pero qué vergonzoso es ocuparlas á precio semejante!
Uncido al carro del oficialismo en 1877, Rojas ha continuado sumiso á las órdenes superiores, sin iniciativa propia, porque no puede tenerla quien carece de ideas.