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espansión del desaliento, de la impotencia y del despecho.

Pobre Febre! Como á Cristo, una semana le fué suficiente para subir al Gólgota de su prestigio.

Como el pez por la boca muere, el hombre se pierde por su carácter.

El momento en que Febre se resistió á sancionar lo que creyó inicuo, fué también el último de su influencia política.

Ah! La Historia no es sino el nombre de la Providencia en la vida colectiva de los pueblos!

Nada escapa á su inexorable ley; nadie se sustrae á sus inflexibles sanciones.

Los pueblos viven mas que los hombres, y los que apresuran revoluciones sociales ó políticas caen siempre aplastados por la roca que empujaron.

«Nada violento es duradero,» decia mi ilustre maestro el señor Estrada, y yo recuerdo haber leido en mi niñez un proverbio sagrado que, poco mas ó menos, contiene esta verdad:

El que cava la fosa
caerá, en ella;
y contra el que agita la honda
se revolverá la piedra!
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