centro independiente; como San Román, el diputado legítimo de esa noble provincia, habria dado lastre á la oposición en el seno del Parlamento, cuyas puertas le cerró la insensatez de sus adversarios.
Fuera de los dos opositores nombrados y de las cuatro mediocridades citadas, no hay un solo representante de Mendoza, San Juan, Rioja y San Luis que merezca el trabajo de ser mencionado.
Apenas si Cortés y Gil consiguen hacer que sobresalgan sus frentes entre los incógnitos parlamentarios que presiden D. Rubén Ocampo y D. Agustín Cabeza.
¡Y una de esas Provincias era, no hace mucho, representada por Rawson y Sarmiento!
Pero dejaré de lado comparaciones enojosas é impertinentes, y con el permiso del simpático Senador de San Luis me tomo la libertad de sacarlo del montón, como una muestra admisible de la producción parlamentaria del círculo situacionista de San Luis de la Punta.
Tiene para mí un doble mérito el Senador Mendoza, que lo hace sobresalir entre sus demás correligionarios y colegas.
Su trato es agradable, y eus afecciones son intensas.