Lo he oido conversar con desenvoltura y amenidad en las reuniones familiares del malogrado doctor Leguizamón.
Y cuando este distinguido diputado sacudió el polvo de sus plantas, abandonando el mundo, el Senador Mendoza que lo apreciaba de corazón, hizo público su sentimiento derramando abundantes lágrimas sobre la tumba entreabierta del amigo.
Y sin duda que, en tan deplorables circunstancias, es cuando se puede medir la vibración sensible de las cuerdas del cariño humano.
De todo lo cual se deduce que es un franco y buen amigo. Es, además, un sportman de marca....
¿Serán suficientes esas condiciones para rematar la cúpula de un talento político?...
La suite, ici-bas.
Como inteligencia, el Senador Mendoza la tiene en tensión suficiente para discernir aún lo que está fuera del alcance de la vulgaridad.
Pero, nada mas.
Es incapaz de concebir nada nuevo, dentro del orden de las relaciones políticas del realismo contemporáneo.