al diputado de quien me ocupo, puede afirmarse, como lo he oido muchas veces, que las arengas graves del doctor Leguizamón y sus apreciaciones magistrales sobre temas parlamentarios, retratan fielmente su doble personalidad de personajes político y de hombre privado.
Si esto es cierto respecto del aire y del timbre de la voz, no lo es en punto á la frase, que suele servirle con éxito para su causerie no destituida de interés ni de amenidad.
Doit-on le dire?... Lo que hay es que los ribetes imponentes de la elocución, aun trivial, del doctor Leguizamón, lo privan de esas intimidades sinceras cuyo desborde facilita la tarea de rectificar los defectos inherentes á todo mortal.
No me es agradable la empresa de atacar la personalidad del doctor Leguizamón, por el lado mas interesante y mas accesible: bajo su faz política de orador parlamentario.
(He dicho atacar; pero en sentido figurado. No se vaya á creer que entro con prevenciones á la parte mas pronunciada de la silueta.)