Página:Siluetas parlamentarias.djvu/33

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Generalmente, nadie tiene la suerte de ser feliz en sus juicios respecto del que no ha pertenecido á su comunión política.

No falta quien descubra perversidad en la censura, ironia en el aplauso, alevosias en lo que sobra, y reticencias en lo que falta.

¡Quién me diera aquella facultad milagrosa que reclamaba Larra, para contentar á todo el mundo cuando me da por ser crítico, especie de neurosis análoga á la que estimulaba al viejo Dumas á considerarse como un excelente cocinero!...

Vamos á ver como sale esto!...

Le atribuyen al doctor Leguizamón algun desequilibrio entre las condiciones de su carácter, y los resortes de que dispone para exhibirlas.

Y que, al revés de lo que parece, no posee la vehemencia necesaria para que, en determinadas circunstancias, fuesen sus discursos algo como los metrallazos de un cañón parlamentario.

Figuraos al doctor Alem, ó á su aventajado discípulo el doctor Villamayor, teniendo á mano los vigorosos medios vocales del honorable Diputado por Entre Rios!

Harian prodigios, no hay duda, como los haria el mismo doctor Leguizamón, si sus