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natal para brillar con luz propia é intensa en el escenario de la República.

El nombre del doctor San Roman está vinculado a obras y acontecimientos trascendentales desde los albores de nuestra organización nacional hasta los presentes días tan agitados y turbulentos; y no hay un hombre iniciado en política, que no le conozca en todos sus detalles y manifestaciones, ya estudiado como ciudadano en las difíciles luchas electorales, ya como jefe de un partido numeroso, ya como Diputado en épocas de prueba; y ya, en fin, como abogado y consejero.

Hombre abstracto, poco se preocupa de sus comodidades personales, y todo lo sacrifica al interés público, al triunfo de las ideas generosas y al afianzamiento de la libertad bien entendida.

Lo único que sus enemigos han encontrado de defectuoso en San Roman es la independencia de su carácter y la avaricia de su naturaleza que no le obsequió que una luengua nariz, simplezas ambas que en manera alguna pueden afectar a un hombre de levantadas condiciones, y que por el contrario sirven para hacerlo destacar mas simpático á los ojos de los espíritus superiores.