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al miembro informante con un discurso apologético de la fuerza armada y de la personalidad imposible del diputado don Ruben Ocampo; pero el Diputado por Entre Rios comprendió que detrás de aquella frase de fuego había un hombre dispuesto á ir á todos los terrenos en defensa de su honor y de su derecho.

No fué de menos efecto aquello que el Dr. San Roman dijo epigramáticamente: «La Cámara debiera aceptar mi diploma para ostentarlo como una muestra.»

Sí, pues; en esta época en que se anulan elecciones por el hecho de no ser los elegidos de la devoción del poder oficial, el Congreso Argentino ha debido conservar como un recuerdo de lo que han sido las libertades públicas, un Diputado salido de las fuentes populares luchando brazo á brazo con la mas descarada imposición.

En otra época y en otro pais menos debilitado que el nuestro en su organismo moral, ninguna razón hubiera primado sobre el derecho evidente, incostetable, del diploma del doctor San Roman. La actitud de la Cámara de Diputados votando por la aceptación de don Rubén