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Sirve, como la tinta de la gibia, para enturbiar el medio que rodea á cada mortal.

¿Porqué, pues, juzgar al hombre por lo que dice, cuando tiene por hábito dejar las verdaderas intenciones en el secreter de su silencio?...

¿No es verdad que á los lectores de EL NACIONAL les será mas de interés saber lo qeu callan Baibiene y Derqui, que leer ó escuchar la frase concisa del uno, y el tic-tac oratorio del segundo?

El entrecejo de Baibiene es su centro fisonómico: allí convergen todos sus pensamientos, desde la ironia cuyas sombras se reflejan en la pupila, hasta el apóstrofe mudo de la virtud, mas sublime que una frase fulminante de Mirabeau.

Derqui, como los hombres poco sinceros, tiene tan indefinibles rasgos faciales, como descolorida es su elocución, vaga su mirada, y equívoca su conducta.

Ese hombre es una nevera: oculta precipicios bajo su cáscara suave y quebradiza.

El Senador Derqui es el mal genio de la Provincia de Corrientes.