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motivo, demos comienzo a una cláusula o período, adoptando una determinada construcción, y luego los terminemos siguiendo otra distinta. Tal acontece, por ejemplo, en este pasaje de Cervantes: EL CUAL COMO ENTRÓ POR AQUELLAS MONTAÑAS, se le alegró el co- razón '(Q. I, 23.) donde para armonizar la construc- ción de las dos partes, fuera necesario haber puesto en la primera: A/ cual.

Tal distracción, o lo que sea, cuando se produce dentro de ciertos límites, origina la figura llamada Anacoluto, nada criticable por cierto en el leguaje hablado, pero que los gramáticos (V. CEJADOR, G. $ 276; G. DE DIEGO, G. $ 237.) aconsejan con razón evitar «en el lenguaje literario, a no ser que se trate precisamente de remedar la conversación familiar», a lo que, dicho sea de paso, erau mucho más adictos los clásicos que los autores de nuestros días; circuns- tancia que explica lo corriente que suele ser en ellos el Anacoluto.

2] Véanse ahora algunos ejemplos de tan intere- sante figura: Y ÉL parecióle que era barata (por: y a él). (Sra. TERESA, Fund. 31.) Y SUS DEUDOS les fa- reció (por: y a sus deudos). (Íb.) Este TAL debenle atender (por: a este). (Partidas, VI, 17, 2.) ALGUNOS HUÉSPEDES QUE AQUÍ LA HAN LEÍDO des ha conten- tado mucho (por: a algunos). (CERVANTES, Q. l, 32.) OYENDO LO CUAL DON QUIJOTE se le dobló la admt- ración (por: a don Quijote). (Íp. Il, 55.) ORBANEJA EL PINTOR DE ÚBEDA, al cual preguntándole qué pin- taba, RESPONDIÓ (por: Orbaneja el pintor de Úbeda. el cual interrogado acerca de qué pintaba, respondio).