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radores. A los cuatro dias siguientes fueron varios españoles a saber el destino de esta victima. ¡Cuál seria su sorpresa cuando encontraron a sus piés una leona i dos leoneillas que cuidaban de su vida! Eran éstos esa familia deudora de sus beneficios, i con quienes habia pasado en tan grata compañía. Retirada la leona, dió bien a conocer en su aire de mansedumbre la seguridad con que podían los españoles acercarse a desatarla. — Asilo hicio- ron, llevándose a la Maldonado i una leccion con que los brutos enseñaban a los hombres a ser clementes i agradecidos. La leona ¡sus leoutillos siguieron algunos pasos la comitiva, dando aquellos las señales de ternura que sahe sacar del pecho la amis- tad. Los soldados refirieron ficlmente al gubernador todo lo sucedido. Avergonzado éste de ser inferior a las bestias, deji con vida a una mujer a quien el cielo tan visiblemente protejia.
Hé aquí, niñas mias, el bello ejemplo que nos da el bruto mas feroz que existe sobre la tierra. Si un Jeon es tan reconocido a los beneficios que se le dispensan, ¿eon cuánta mas razon no debemos serlo nosotros que poseemos virtudes morales i un alma racional?
No temo exajerar, bijas mias, al asentar que la ingratitud es un crimea. Los pueblos mas sabios de la antigiedad, como los persas, los lacedemonios, los atenienses, admitisn demanda en juicio contra los ingratos.
Huid, pues, niñas mias, de este vicio degradante a la especie humana, i procurad que la gratitud, esa noble virtud, pose siem= preen vuestros intantiles corazones.
Se aprecia al reconocido, J se odia la ingratitud; Que agradecer es virtud I vicio el ingralo olvido.
Gratitud siempre al favor, Es un deber justo i grato; 1 por eso el hombre ingrato Es un monstruo que da horror.