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Página:Suarez Tesoro Ninias.djvu/37

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4535, llegaron a carecer absolutamente de alimentos, porque los que se alrevian a buscarlos fuera de la poblacion, perecian a manos de los indios. - Esta circunstancia ohlizó al gobernador a prohilir, bajo pena de muerte, que se traspusasen los limites delemlidos de li oneva co'onía.

Una mujer apelli-taJa Maldonado, a quien los crueles rigores del hiuuubre le parecieron mános suportables que el fratamiento de los birbaros, bartó la vijiluwia de los centizelas i se salió de la ciutlad.- Buscando albergue, la noche misma de la lagr entró despreseni ta ea usa caverna que le deparó su destiuo. — Apónas hubo dado el priver paso, cuando descubrió una leona formila- ble. El pavor i la admiracion se apauleraron de su alma: aquel infundido dun miedo natural, 1 ésta de sus halagus inesperados. Sulvia el aumal los dolvres deun trabajoso parte: el sentimiento que la ocupaba le liza olvi lar por este ¡nstante los de su fea. con= dicior: toda temblando ¡en ademan de pedir socorro, se acercó a la mujer i despidió en su idioma unos jemídos capaces de estre- mecerha.

La Mahlonado ayurló a Ja naturaleza en esos momentos doloro- ses en que nu parece sino que, a pesar suyo, echa a Juz un ser, a quien jeneresamente da la vida. Llena la Jeoua de reconori- miento, se tomó el culdivlo de e «aservar sus días, trayendo a la caverna mu ha presa, que dividia entre sus h jos i su benelaciora. Duró este cu dado lo que tardó la naturaleza en dar 1 sus cacho= ros la fuerza necesaria ¡ara buscarse porsí mismos el sustanto, Vióndose la Maldonado sin apro, suió de su reliro en busca de alimento; pera na lardó mucho en caer en manos de los indias.

Corriendo el liempo, la resratarun los españoles i la llevaron a Buenos Aires. Gubernabu todavía el tirano Galan, cuya ernel dad 30 se daba por salist-cha miéntras no hollaba los leyes de la naturaleza que re-petaron los bárbaros i fieras. Como si no es- tuviese bien purgado el delito ale la luga con Lantas sustos ¡aflic- ciunes, la condenó a que, alada a un árbol fuera de la ciudad, muriese a los rigores del hambre, u fuese pasto de avimales devo-