to mi cuerpo se dobló como un arco i tuve la rápida vision de una caída. CUando volví estaba tendida de espaldas en el pavimento. Tenía los miembros magullados, el rostros i las manos llenos de sangre.
Me levanté i abrí... Falta de apoyo, se desplomó hácia adentro. Hecha un ovillo, con las piernas encojidas, las manos cruzadas i la barba apoyada en el pecho, parecía dormir. En la camisa veíanse grandes manchas rojas. La despojé de ella i la puse desnuda sobre mi lecho. ¡Dios mío, mas blanco que las sábanas, qué miserable me pareció aquel cuerpecillo, qué descarnado: era solo piel i huesos!
Cruzábanlo infinitas líneas i trazos oscuros. Demasiado sabia yo el oríjen de aquellas huellas, pero nunca imajiné que hubiera tantas!
Poco a poco fué reanimándose, hasta que por fin entreabrió los ojos i los fijó en los míos. Por la espresion de la mirada i el movimiento de los labios, adiviné que quería decirme algo. Me incliné hasta tocar su rostro i, despues de escuchar un rato, percibí un susurro casi imperceptible:
—¡La he visto! ¿sabes? ¡qué contenta estoi! Ya no me abandonárá mas, nunca mas!
(La ventolina parecía decrecer i el ruido del mar mar sonaba mas claro i distinto, entre los tardíos intervalos de las ráfagas).
Le tomó el pulso i la miró largamente (jime la voz).
Lo acompañé hasta el umbral i volví otra vez junto a ella. Las palabras: hemorrajia... ha perdido