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LOS INVÁLIDOS

que le sirvió de alimento! ¡Camaradas, este bruto es la imájen de nuestra vida. Como él callamos, sufriendo resignado nuestro destino! I, sin embargo, nuestra fuerza i poder son tan inmensos que nada bajo el sol resistiria su empuje. Si todos los oprimidos con las manos atadas a la espalda marchásemos contra nuestros opresores cuan presto quebrantaríamos el orgullo de los que hoi beben nuestra sangre i chupan hasta la médula de nuestros huesos. Los aventaríamos, en la primer enbestida, como un puñado de paja que dispersa el huracan. ¡Son tan pocos, es su hueste tan mezquina ante el ejército innumerable de nuestros hermanos que pueblan los talleres, las campiñas i las entrañas de la tierra!

A medida que hablaba animábase el rostro caduco del minero, sus ojos lanzaban llamas i su cuerpo temblaba preso de intensa exitacion. Con la cabeza echada atras i la mirada perdida en el vacío parecia di-