necesarios (de día y de noche) guardaron el puerto. Juntó los navíos que en él había, á la poblazon, lo que mas se pudo cerca del astillero, donde estaba la fábrica de una galizabra y un navío de Sebú, y otro patache pequeño de Portugueses, que había venido de Malaca con mercaderías; para defensa de lo cual, en la marina puso y plantó doce piezas de artillería de bronce, de cuchara medianas, con dos de mas alcance, que se plantaron en una punta, á la entrada del puerto, que unas y otras jugaban en su defensa, y de los navíos que en él había: y por la playa adelante se hizo una trinchera de maderos y tablazon terraplenada; tras de la cual, si el enemigo entrase, se cubriese y defendiese la soldadesca de su artillería. Habiendo puesto el oidor así el dicho puerto en defensa, trató de acabar la galizabra, aunque le faltaba mucha obra, y vararla al agua, y ponerla á la vela, y así mismo, de que se aderezase la nao de Sebú, y asistiendo á estas obras, se dió tanta prisa, que puso dentro de treinta dias la galizabra y navio de Sebú de vergas en alto, y los artilló con[1] cada uno once piezas medianas y mayores, que se le enviaron de Manila, sobre las que había en el puerto.
El corsario llegó á la boca de la bahía, que es ocho leguas del puerto de Cabit, no se atrevió á arronjarse en el puerto, como lo había pensado, por haber sabido de algunos Sangleyes, que salían con champanes á la mar, que ya estaba en defensa, pero no entendió, se armaba para salir á él, ni que había aparejo ni fuerza en aquella sazon para ello, y así se dejó estar á la boca de la bahía, andando con ambas naos y sus barcas, mudándose unos días á una banda, y otros á otra, tomando los navíos que entraban en la ciudad con bastimentos, sin que ninguno se les escapase, y surgiendo á las noches, á los abrigos de la tierra, todo
- ↑ Cada uno con once, etc.