quiro tardaba en la vuelta, y pocas razones que con él valían, le pidió licencia para ir en persona á Manila, donde trataría y concluiría con el gobernador los negocios á boca, y le traería respuesta, y que en la corte dejaba á Fr. Agustín Rodriguez, y otro compañero, que ya le habían venido, por prendas de su vuelta. El rey se lo concedió y le dio avío, con que Fr. Gerónimo vino con brevedad á Manila, donde supo el despacho que Chiquiro había llevado, y comenzó á tratar de sus negocios con el gobernador don Pedro de Acuña, diciendo no había llegado Chiquiro á Japon, que daba sospecha de haberse perdido. El navío que despachó el gobernador, no pudiendo doblar la cabeza del Japon, para pasar á la banda del Norte, arribó al puerto de Firando, donde los religiosos de San Agustín poco tiempo había tenían asiento; y surgió en él: y de allí, el capitan envió á la corte de Miaco el aviso de como no había podido pasar al Quantó, y las cartas para los religiosos, y lo que se había de dar á Daifu. Los religiosos compañeros de Fr. Gerónimo le dieron los regalos que para él iban; y le dijeron que aquel navío enviaba el gobernador á su disposicion y mandado, y que los tiempos no le habían dejado ir al Quantó. Daifusama lo recibió, aunque no se dió por persuadido de lo que le decían, sino que eran cumplimientos para entretenerle, ordenó que luego hiciese el navío sus rescates, y que se volviese con algunas cosas que les dió para el gobernador, y que de allí adelante fuesen al Quantó, como se le había prometido, y con esto dió la vuelta á Manila.
Fr. Gerónimo de JESVS llegó con tanta brevedad á las Filipinas (como se ha dicho), que hubo lugar de tratar con el gobernador don Pedro de Acuña los negocios que llevaba á cargo; con promesa, de que se continuaría, y enviarían al Quantó navíos para entretener á Daifusama. Llevándole un buen presente, que el gobernador le dió, de un rico espejo de Venecia muy