dido salir con ello, antes han sido echados della, y la Coria ha quedado con grande paz y sosiego, como de oidas bien saben los de Luzon.
»El año pasado, despues que por la mentira de Tioneg supimos que eran muertos tantos Chinas en Luzon, nos juntamos muchos Mandarines, á concertar de tratar con el rey, que se vengase de tantas muertes; y decíamos, que la tierra de Luzon es tierra miserable, de poca importancia, y que antiguamente solo era morada de Diablos y culebras; y que por haber venido (de algunos años á esta parte) á ella tanta cantidad de Sangleyes, á tratar con los Castillas, se ha ennoblecido tanto; en la cual los dichos Sangleyes han trabajado tanto, levantando las murallas, haciendo casas y huertas, y en otras cosas de mucho provecho para los Castillas, y que siendo esto así, que porque los Castillas no habían tenido consideracion á estas cosas, ni agradecido estas obras buenas, sin que[1] con tanta crueldad habían muerto tanta gente; y aunque, por dos ó tres veces escribimos al rey sobre lo dicho, nos respondió, habiéndose enojado por las cosas arriba dichas; diciendo, que por tres razones no convenía vengarse, ni hacer guerra á Luzon. La primera, porque los Castillas (de mucho tiempo á esta parte) son amigos de los Chinas; y la segunda razon era, porque la victoria no se sabía, si la llevarían los Castillas ó los Chinas[2]; y la tercera y última razon, porque la gente que los Castillas habían muerto, era gente ruin, y desagradecida á China, á su patria, padres y parientes, pues tantos años había que no volvían á China[3]; la cual gente, dice el rey, que no estimaba en mucho, por las razones arriba dichas; y solo mandó al Virrey,