el chocolate; dentro de los cuales se ha dado á muchos el veneno, de que han muerto atosigados, y esto es muy ordinario.
Los Naturales, especialmente los principales, traen cuando van fuera de sus casas, por grandeza y regalo, sus cajuelas que llaman buccetas de buyos hechos, y la hoja, y la bonga, y cal viva aparte; con estas cajas curiosas, de metal y de otras materias, con las tijeras y otras herramientas para hacer el buyo, con aseo y curiosidad, y á donde quiera que se detienen lo hacen, y gastan, y en los Parianes, que son los mercados, se venden hechos, y el recaudo par hacerlos.
De venenos y tósigos usan muy de ordinario los Naturales destas islas las yerbas que hay en todas ellas de este género; son tan eficaces y mortíferas, que hacen efectos maravillosos. Hay un lagarto, comunmente en los edificios, algo verdinegro, de un palmo de largo, y grueso tres dedos que llaman chacon[1], que meten en un cañuto, y lo tapan; lo que babea este animal[2]. Con la opresion, se recoje, que es fortísimo veneno, aplicado (como está dicho) en la comida y bebida, por poca cantidad que sea. Hay otras yerbas, que los Naturales conocen y cogen, para el mismo menester, unas secas y otras verdes, comidas y en zahumerios; y otras que con solo tocarlas con las manos, ó con los piés, ó dormir sobre ellas, matan, y son tan diestros, en hacer dellas compuestos, que las tiemplan, y aplican de manera, que hacen el efecto luego, ó á plazos largos, ó cortos como quieren, aunque sea á cabo de un año[3], de que ordinario mueren miserablemente muchas personas; especialmente Españoles poco recatados, y mal