salvacion, sino comodidades temporales que allí tienen; y algunos, no poder volver á China, por deudas y delitos que allá hicieron[1].
Unos y otros, cristianos é infieles, andan sin armas en su hábito propio; que son unas ropas largas, con mangas anchas, de cangan azul, ó blanco por luto; y los principales, de sedas negras y de colores, calzones anchos de lo mismo, medias calzas de fieltro, muy anchas, zapatos á su usanza, de seda azul, bordados de cordoncillo, con muchas suelas bien cosidas, y de otras telas, el cabello largo, muy negro y curado, y revuelto á la cabeza, con una lazada alta[2], un capillejo ó escofia encima, de cerdas de caballo, muy justa, hasta la mitad de la frente, y bonete alto, redondo, de las mismas cerdas, sobre todo, de diferentes hechuras, en que se diferencian los oficios y calidad de cada uno.
Los cristianos solo difieren, en que traen el cabello cortado[3], y sombreros como Españoles.
Son gente blanca, altos de cuerpo, poca barba, muy fornidos de miembros, y de muchas fuerzas, grandes trabajadores, é ingeniosos en todas artes y oficios, flemáticos, gente de poco ánimo, traydores y crueles, cuando ven la suya, y muy codiciosos; grandes comedores de todas carnes[4], pescados, y frutas, y poco bebedores y aqueso caliente.
Tienen un gobernador de su nacion, cristiano, con sus oficiales y ministros, que los oye en justicia, en sus casas y negocios, cuyas apelaciones van al alcalde mayor de Tondo, ó del Parián, y de todos á la au-
- ↑ Las cosas no han variado desde entonces como tampoco la confianza de los frailes Dominicos.
- ↑ Morga no dice que los Chinos anduvieran entonces afeitados como ahora, al rededor de la cabeza, en la frente, sienes y celebro. Entonces no reinaba todavía la dinastía Manchú en China, de quien se dice proviene este uso.
- ↑ Los Chinos cristianizados de ahora ni aun esto tienen.
- ↑ Muchos, sin embargo, no comen carne de ganado vacuno.