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de sus pensamientos, le fué forzoso apearse y arrendar* su caballo á un árbol, á cuyo (...) tronco se dejó caer dando tiernos y dolorosos suspiros.» (El mismo; la, parte, cap. XXXV.)
«Ella, con breves y discretas razones, contó todo lo gue (...) antes había contado á Cardenio, de lo cual (...) gustó tanto D. Fernando y los gue (...):coh él venían, que quisieran que durara el cuento más tiempo.» (El mismo; La, parte, cap. XXXVI.)
115. El mismo ejercicio.
«Sólo Sancho, como ya se ha dicho, era el afli- gido, el desventurado y el triste, y así con melancóli- co semblante entró á su amo, el cual (...) acababa de despertar, á guien (...) dijo: «Bien puede vuestra merced, señor Triste Figura, dormir todo lo gwe (...) quisiere, sin cuidado de matar á ningún gigante, ni de volver á la princesa su reino, que ya todo está hecho y concluido.» (Cervantes, D. QUIJOTE; Za. parte, cap. XXXVII.)
«Preguntéle al renegado lo gue (. .) con ella ha- bía pasado, el cual (...) me lo contó, á guien (...) yo dije que en ninguna cosa se había de hacer más de lo que (...) Zoraida quisiese, la cual (...) ya vol- vía cargada con un cofrecillo* lleno de escudos de oro, tantos, que apenas lo podía sustentar*.» (£/ mismo; Za, parte, cap. XLT.,)
116. El ladrón de ciruelas.
El maestro hará leer la historieta siguiente, é interrogará á los discípulos sobre el sentido, la naturaleza y la ortografía de las palabras,
1. Enrique y Julio volvían de la escuela.
2. En el coino se hallaba una quinta con su jardín rodeado de setos* y ringleras* de vistosas plantas.
3. Enrique echó un vistazo al jardín, y notó que los ciruelos estaban cargados de fruta.