184 POLÍTICA DOMÉSTICA
le convengan, y si procede con calma y perseve- rancia, tendrá en su partido á las personas más influyentes en la opinión, naturalmente inclinadas en pro de aquellas cuya madurez de juicio presenta mejores garantías. Al mismo tiempo, todos los descontentos en la familia, y especialmente los criados, creerán poder quejarse de una persona que tan fácilmente se deja llevar de su altivez, y coli- gados en derredor del jefe que las circunstancias les ofrecen, fraguarán una conspiración permanente. Más tarde, los niños poco dóciles encontrarán en su
abuela apoyo, medios de resistencia; lo cual será
fácil, porque se les suele ver más inclinados á ella que á sus propios padres, á causa de la autoridad que estos están obligados á ejercer. ¿Y qué su- cederá si el marido, por inconstancia ó por falta de afecto, se pasa al partido contrario? Ts tan poco quimérica esta hipótesis, que se realiza con mucha frecuencia. La situación se hará intolera- ble, pero quizá no faltarán modos de consolarse, atribuyendo toda la culpa á la perversidad de la suegra, á la fatalidad de las circunstancias, á las ligerezas naturales inevitables; en una palabra: arre- glándose de la manera más conveniente para no parecer culpable.
Toda persona debe hacer cuantos esfuerzos le sean posibles para no alterar la paz doméstica ni
