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POLÍTICA DOMÉSTICA 223

tros y sin el desarrollo conveniente, la enseñanza, que siempre es arma formidable por su temple, podría ser tan fatal para el Estado que la dirija ó la intervenga, como para los ciudadanos que la hayan recibido. “Y la educación que obra por los cui- dados sucesivos de la madre, el padre y los maestros, no cesa bajo la influencia de las relaciones sociales y de las leyes; pues el sér humano la continúa por sí mismo durante el curso de su vida, con resultados muy diferentes, según las razones” habituales é ín- timas y segun la sabiduría, vigor y justicia de las mis- mas leyes.

Hacer de la criatura humana lo que pueda y deba ser en circunstancias dadas, es el importante problema que á resolverlo están llamados, no sola- mente el legislador y la madre y el padre y el maestro, sino también el educando, pues desde que éste sabe usar de su reflexión y puede gobernar á su voluntad, está habilitado para educarse á sí mis- mo. La única diferencia que hay entre este edu- cador y todos los demás, consiste en que aquellos llegan á emanciparse de la obligación de darnos edu- cación, cesan de ser de derecho nuestros directores, mientras que nosotros estamos obligados, desde que podemos, á perfeccionarnos, y por consiguiente á educarnos hasta nuestra última hora.