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POLÍTICA DOMÉSTICA 273

por haber deteriorado una hermosa muñeca, sumer- giéndola hasta el fondo de un baño lleno de agua, acertó á llamar á la puerta de la casa una infeliz mujer, muy demacrada, que llevaba de la mano un niño que, á pesar de lo pobre de su ropa, cautivaba la atención por la belleza de sus formas y por la finura de su cutis, que nada tenía de común con el «de los desgraciados seres en quienes la pobreza suele mostrarse con aspecto desagradable. La se- ñora, luego que se enteró de que aquella mujer pedía una limosna, concibió súbitamente el pensa- miento de corregir á su hija, mandó que la mendiga «esperase, recogió con presteza los juguetes de la niña, y los presentó á la mujer, diciéndole:

—Tome usted, hermana, ese niño estimará estos Juguetes que mi hija destruye; guárdelos para él, y quiera Dios que usted tenga el consuelo de verá su niño gozar de lo que me ha ocasionado muchos «disgustos.

—¡Ah, señora mía—exclamó la mendiga—Dios le premie su buen corazon! Pero perdóneme usted decirle que estos ricos juguetes no serán para que mi hijo los. disfrute, sino que los venderé y con su importe podremos alimentarnos durante algunas semanas.

Egoista parecióle á la señora el pensamiento de la pobre; y mucho más, cuando vió que el hermo-