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POLÍTICA DOMÉSTICA 285

le importan ahora sus juguetes, se ha cansado de ellos y no sabe qué hacer. Otra idea le viene á las mientes: quiere ir á pasear, y se muestra dispuesto, por satisfacer su capricho, á sacrificar sus baratijas, seguramente para llorarlas después, No ha salido de casa, cuando comienza á manifestar su desorden de otra manera: si no se tira ó se arrastra en la escalera ó en el zaguán, deja caer el sombrero, apo- ya las manos en la pared, va dejando señales y reco- ge en cambio una buena cosecha de polvo, destina- «do áser repartido á su vez en la cara ó en el vesti- do. En la calle, encuentra medio de que su ropa se manche donde no hay lodo, de que se desgarre «donde no hay objetos para ello, y de perder su pa- ñuelo; está constantemente amenazado por los pies de los caballos ó por las ruedas de los carruages. Vuelve á su casa sucio, aburrido, humillado; y su paseo, que comenzó con placer, termina enojosa- mente.

Cuando la adolescencia se acerca sin que la edu- cación haya hecho habitual el orden, entónces la propensión al desorden, en vez de minorarse, parece que se aumenta; pues con la languidez de la puber- tad, el organismo se muestra más flojo. Si cbser- vamos á un varón en este estado, vemos que sus vestidos están constantemente ajados y en desorden, sus zapatos descarcañalados y su sombrero abollado;