El territorio continental de este país ha sido considerado como uno de los más favorecidos por la naturaleza: el clima suave, el suelo fértil y los productos variados, han dado razón á los que han emitido este juicio. Aquí los ardores del sol y los fríos invernales son moderados; las estaciones se suceden con singular regularidad, de manera que los frutos naturales, que son abundantes, nacen, crecen y maduran al influjo ordenado de estas; los animales que han podido servir de alimento al hombre vivían numerosos en los bosques, en los aires y en las aguas del mar ó de las corrientes nacidas de la cordillera andina ó marítima. En estas comarcas la vida del hombre se ha desarrollado sin trabajo y jamás le ha sido menester emigrar de estas tierras tras el alimento, que le ofrece con prodigalidad[1].
¿Cómo poderse explicar la emigración á las islas autrales donde la vida se ha desarrollado mezquina por un clima rígido, por una lluvia persistente y por la carencia de elementos naturales para una población crecida?
El hombre abandona el medio en que ha nacido por otro en que la vida le es más fácil y en que las condiciones de la existencia no se ejercitan en medio de las privaciones y de la inclemencia del tiempo, porque el hombre, ser racional, no prefiere la necesidad a la satisfacción, ni los tormentos que impone el hambre á la vida satisfecha.
Si esto es así, como en efecto lo es, la emigración no ha podido llevar la corriente del continente á las islas; otra ha sido la dirección como lo vamos á manifestar.
Con lo que hasta aquí hemos expuesto ha quedado comprobado que los aborígenes chilenos no han venido desde el Norte á ocupar estas comarcas y que este pueblo no se ha hallado nunca bajo el peso de las fatales condiciones que obligan al hombre á dejar su tierra para emigrar á otras.
En las siguientes líneas ensayaremos á probar hechos que son diametralmente opuestos, para llegar á una conclusión distinta de aquella: estableceremos que la población de las islas de Chiloé ha podido originarse en la de las islas oceá-
- ↑ El cronista de la conquista, Mariño de Lovera, dice á este respecto lo siguiente: «Y es muy regalada (la tierra de Chile) de cosas de caza, de voltaería y cetrería; en particular de venados que se cogen en grande abundancia; por lo cual los indios no se curaban antiguamente de darse á cultivar sus tierras, contentándose con las aves y otros animales que cazaban, gustando más ser flecheros que labradores».
cipal, en la plaza de Yauco hasta el puerto de Guánica. Muchos carros llegan a esta tranquila población tarde de la noche, y un viva para Hawai anima a los que están ya en el muelle.
Ponce, abril 20.—La Cámara de comercio de esta ciudad, teniendo noticias de que la Cámara de Comercio de San Juan no había autorizado el cablegrama que la primera dirigiera al señor Presidente Mac-Kinley, se decidió enviar el cable á Wáshington.
Hé aquí el mensaje:
«Mac-Kinley, Cámara de Comercio, Mayagüez y Ponce, unánimente protestan sobre las condiciones económicas favorables de la isla. Negamos semejantes afirmaciones, pues nunca hemos tenido una situación tan crítica, ni se había visto un estado de miseria como el presente.
«La escasa circulación de moneda ha creado un estado de indigencia en el pueblo. Esto no había acontecido en Puerto Rico desde su descubrimiento.—Armstrong Bravo, Presidente»
Nueva York, abril 25.—El vapor Catania, con un pasaje de cerca de mil emigrantes portorriqueños llegó á Colón, Panamá.
Los emigrantes fueron conducidos por ferrocarril a la ciudad de Panamá, donde serían embarcados para Guayaquil, Ecuador.