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nicas y que, una vez crecida ésta, las naturales é ineludibles necesidades de la expansión y otras causas no menos poderosas, la obligaron á emigrar al continente.[1]

Si extraña parecerá nuestra opinión y hasta aventurado nuestro intento, debe tenerse presente para juzgarlos que habituados desde la infancia, por la afirmación inconsciente que de este hecho hemos oído, á la idea de que las razas mongólicas fueron las primeras que invadieron la América franqueando el Estrecho de Behring, no hemos podido pensar que otra dirección que la de Norte á Sur trajeran aquellas invasiones y que, por consiguiente, la población continental en el extremo Sur de nuestro país ha debido traspasar los mares y llegar hasta las islas australes, en donde se detuvo, porque más allá no había tierras que poblar. Nadie, que sepamos, ha buscado en otra dirección las fuentes de origen de la población primitiva de Chile.

La idea del origen mongólico lanzada sin ningún examen, se ha arraigado también sin mayor esfuerzo y fundamento, mostrándonos una vez más que así las verdades como los errores sientan con facilidad su dominio en nuestra mente, sobre todo si esas ideas han sido inculcadas en una edad en casi todo se acepta sin meditación.

Las creencias que por el ejercicio que hacemos de ellas y sin previo examen se han hecho hábito, se aferran de tal modo en nosotros, que, las ideas que las representan resulten después ser aberraciones demostradas, quedan ejerciendo su dominio y solo ceden con dificultad y á los influjos de una demostración razonada y persistente, pero de larga elaboración.

Que los habitantes de la Polinesia han podido llegar al Archipiélago de Chiloé, sea arrastrados por los vientos que en determinadas épocas del año soplan en aquellos inmensos archipiélagos en dirección de nuestras costas, ó favorecidos por otras circunstancias, no es posible ponerlo en duda.[2]

Topinard, hablando de las migraciones, menciona la de los polinesios, que de la isla de Borotu ó Boru se dirigieron á varias islas del Pacífico; y establece que los tehuelches (patagones) proceden del Oeste, según ellos lo afirman.[3]

Las expediciones forzadas ó voluntarias de los polinesios han podido llegar á las islas de Chiloé, y dar origen á su población si, como lo demostraremos después, ciertas circunstancias especiales las hubieren favorecido.

Los viajes por mar, aun en débiles embarcaciones, son de relativa facilidad, máxime si, como sucede en la Polinesia, durante el trayecto se encuentran islas escalonadas en donde se puede obtener lo necesario a la vida de los viajeros.

Las islas en este caso establecen un enlace entre varios puntos separados, «a la manera de esas piedras que colocamos en las corrientes para poner el pie y pasar de una orilla a otra», como dice Topinard.

Las contracorrientes marítimas que corren al lado de las corrientes ecuato-

  1. En el presente estudio no haremos caudal de las opiniones que se han exhibido y emitido para comprobar que los chinos han llegado á las costas occidentales de la América antes del descubrimiento de Colón; bastará á nuestros propósitos llamar la atención del lector á las obras de Quatrefages y Topinard tituladas L' Espece Humaine y Antropologie, aquélla en el capítulo XVIII y ésta en el IX, que han acumulado muchos hechos.
  2. Quatrefages hace mención de hechos ocurridos en 1731 y 1764, que embarcaciones de las Canarias fueron arrojadas por los vientos alisios a la corriente ecuatoriana y arrastradas por ésta á las costas de la América. L' Espece Humaine, cap. XVIII. Sabido es que el Brasil fue descubierto por Alvarez Cabral, navegante portugués, y llevado hasta allí por los vientos y las corrientes desde las costas del Africa.
  3. Anthropologie, cap. IX.