Resultado de nuestro vagabundeo, he aquí la tradición más fundada, que, como curiosidad de viaje, escribimos para vuestro solaz y nuestro entretenimiento.
Desandando caminito por donde el Adelantado Mendoza adelantó hasta estos barrios, desembarcamos en el mismísimo punto de su embarque (Guadalquivir), frente á la Torre del Oro, que, maciza del brillante metal, pudo reconstruirse con el muy abundante del Nuevo Mundo en sus cabás apilado.
Todo varía en la faz de la tierra, como en la del hombre, y paciencia debe acopiar el viajero ó historiógrafo dado á seguir huellas del pasado, cuyos pasos resultan por lo general verdaderos pasos perdidos. La vieja barriada en Triana no forma ya antiguos suburbios de Sevilla, ni el árbol trasplantado por Colón se inclina sobre su ribera, que todo lo ha arrastrado la corriente del tiempo, más avasalladora que la de ese barroso primogénito del Darro. Apenas se tiene en pie (y en medio pie) ruinoso fragmento de bóveda, bajo la que oyeran la misa del buen viaje guerreros y navegantes, devotos al par que intrépidos, como Solís, García, Gabot, Magallanes, Elcano, quien primero circundó la tierra, Mendoza, cuya fué la primera planta civilizada sobre ésta.
Llegamos á la derruida ermita de Santa María de Buenos Aires, de donde saliera toda la marinería de Triana para el Plata; pero la imagen que le dio renombre, y legó el suyo en esta orilla, había desaparecido. Mientras seguimos husmeando su huella, he aquí un cuento, que bien resultar podrá cuento al caso....
II
Cierta mañana del equinoccio de 1370, en que espléndido sol reverberaba sobre la azulada ribera del puerto de Cagliari (capital de Cerdeña), numerosos pilluelos y pescadores íbanse agrupando alrededor de una caja que la corriente arrojara á la lengua del agua, de donde esforzados marineros no consiguieron sacar. Guardacostas y transeúntes contemplábanla asombrados, cuando se oyó una voz del grupo:
— ¡Inútil faena! Mientras no vengan los Mercedarios del convento de arriba, no la moverán, pues su escudo sella la tapa.
Llamados al efecto dos legos, alzáronla con la mayor facilidad, admirando, al abrirla, una hermosa imagen de la Virgen. Allí mismo, sobre la húmeda playa, á doble elección se procedió para darle nombre y destino. Proponían unos llamarle Virgen del Agua, de la Piedad ó del Buen Aire, á