Página:Tradiciones argentinas Primera serie.djvu/122

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oyeron, y los contertulianos de todas las noches en la botica de la esquina, en cuyas murmuraciones de barrio, extraño no era se aplicara cataplasma ó sinapismo, que levantaba ampolla mayor que los confeccionados por el mancebo de la farmacia. Dentro de poco cumplirá un siglo la botica de Amoedo, decana de todas. Donde se abrió en 1818, continúa tan acreditada por el padre como por el hijo, pues ni por equivocación despacharon envenenado alguno. Allá por el año... que no queremos precisar, pues no es cosa de sacar á luz á cada rato los muchos que nos agobian, conclave completo congregado había cierta noche de garúa y mucho frío. En intrincada y fervorosa discusión seguían encaprichados don Ramón Morado poquito de cuerpo y de espíritu, y un viejo perulero, que maltrecho por sus arrias de tierra adentro, ubicárase en la carpintería de Márquez, á los fondos del portugués Barbosa y desaparecido en la polvareda de Caseros.

— Ustedes los porteños, son muy engreídos — decía — y jactanciosos en todo, y después de tanto cacarear ninguno se ha ido al cielo hasta ahora, que yo sepa. Nosotros, más pacatos y callanditos, sin tanto fantasear, sí hemos dado más de un santo, y con solo San Francisco, Santa Rosa y Santo Toribio, podemos tapar la boca á todos