Página:Tradiciones argentinas Primera serie.djvu/125

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
— 122 —

abandonar las comodidades del hogar paterno! El número de sus loables acciones podían contarse por el de sus días, y de méritos propios basta y sobra con los alcanzados en ese refugio, para decir en verdad: ¡Era una santa! Cuántas almas se abrieron ó se fortificaron en la fe, allí donde ejemplos y palabras, imágenes y pláticas, todo inspiraba devoción y recogimiento. De Santiago salió, y de la celda misma en que á San Francisco Solano se recuerda, rogando la hiciera digna de seguir descalza, la huella de sus sandalias, llegando casi exánime á la iglesia, donde reposan hoy sus restos, reconocidos por el trozo de algarrobo, su báculo y única almohada.

Muchos años se oía desde el alba el chirrido de la carretita limosnera que ella misma guiaba, rodando entre pantanos y arenales de suburbios, y en las afueras, por quintas, chacras y estancias, recogiendo donaciones en especie, de pobres gentes del campo, tan generosas. Se había impuesto ir en busca del humilde gaucho desheredado, y edificar refugio, para que lugar y ocasión hubiere de oír palabras de verdad y consuelo que confortan en los sufrimientos. Jamás desanimó, y en idas y venidas, al través de contratiempos sin fin, logró levantar esa casa, donde hace ciento veinte años se dan ejercicios espirituales. Impulsada por la más viva fe y amor al prójimo, enseñó con