marino, ayudante de Tamandaré después, é infortunada víctima de lucha intestina en el Brasil, capitán Saldanha, agregó:
— Sin ir más lejos, señor, aquel curita tan modesto que divisa usted al confín de la mesa, pues por humildad anda siempre á la cola, hoy ejemplar sacerdote, ha sido ¡quién lo creyera! uno de los bravos soldados del regimiento de granaderos á caballo, fundado por los heroicos correntines San Martín y Alvear, y en el que alcanzó el padrecito, los tres galones de capitán, no por asimilación, sino como oficial de fila, y en acciones heroicas.
— ¡A ver, á ver, que cuente sus recuerdos de campamento el capitán Ortiz!, — exclamó uno, haciendo coro á tal pedido sacerdotes y militares, argentinos y brasileros, mientras que el prior decía:
— No lo conseguirán porque es muy corto.— Aprovechando el aludido la confusión y vocinglería desapareció como por escotillón.
«¡Fray Pajarito!», solía gritar en la calle pifiona muchachería, así apodándole por su escuálida figura de ayuno perpetuo y andar acelerado á saltitos; pero la verdad era que poseía algo de más valor que otras abrillantadas ilustraciones: un gran corazón y una abnegación sin límites.