revolucionario, corriendo y recorriendo tomaba mayor fuerza, amenazando tempestad, por lo que reunió en palacio los jefes de la división argentina, chilena y peruana, y exponiendo San Martín ante la Junta la denuncia, incitó al Coronel Heras (colombiano y jefe del Numancia, regimiento pasado del enemigo), quien estaba á cabo de la conspiración, indicara los jefes que proyectaban sublevarse.
Con sorpresa, contestó que su delicadeza no le permitía nombrar personas, limitándose á denunciar el hecho para evitarlo, como en otra ocasión. El General Alvarado propuso que por el honor del ejército se mandara levantar sumario.
No muchos días después, al ir Las Heras á embarcarse para Chile, despidiéndose de San Martín, se paseaban ambos en el salón de palacio á puerta cerrada, cuando deteniéndose de pronto exclamó:
— Puesto que dice saber mejor lo que ocurre en el ejército, ¿quiénes son los conspiradores? usted debe conocerlos.
— Los conozco, señor; mi honor me impone reserva.
En un arranque de irritación, hasta entonces no visto, clavando su mirada penetrante sobre