Avisa á Buenos Aires de nuestra infelicidad y la de Rozas, que está aquí en poder del Cacique Negro; los demás están con Dios.
«Me mandarás un barrilito de vino, un par de arrobas de yerba, el tabaco que tiene Varena, catorce ó diez y seis cuadernillos de papel, una muda de ropa, el poncho y cuentas de las que tienen en los cajones, para pasarlo menos mal. Y así conviene los trates bien, y les digas que te digo que me tratan como á ellos. Mándame uno ó dos reales de jabón, para lavar; y mándame, ¡por Dios! todo cuanto te pido, y te puedes retirar que no te puedan hacer daño; y reza; y encarga nos encomienden á Dios, por los cautivos y muertos, por nuestra redención, y á Dios que te dé feliz viaje y á todos los compañeros. Yo me quedo á poca distancia.
P. D. — Creía que á Gómez lo hacían para Río Negro, para ir á traer la paz. Trata bien á éstos y di que te digo bien de todos; y no hay que hablar porque hay ladinos; y será para nosotros un infierno. La dicha Catalina es sobrina del gran Cacique, regálala bien; y mándame un tintero con pluma para escribirle al Virrey.»